Cambiemos es el dueño de la pelota, aún no ha marcado la cancha, ni puso fecha para jugar el partido. La incertidumbre es el arma del oficialismo en la especulación sobre fechas y los turnos de votación. La iniciativa tiene múltiples lecturas, la fragilidad de Cambiemos ante la necesidad de desdoblar y el impacto en la oposición: profundizar la división del peronismo, dinamitar su peso territorial, correr del turno provincial a CFK y dejar “huérfanos” a los intendentes. El objetivo pareciera limitar el peso de CFK a “la batalla final” por la presidencia. Sin embargo, toda elección -desdoblada o no- será plebiscitaria respecto a la dicotomía entre Cambiemos y Unidad Ciudadana. No parece haber tiempo para una tercera opción que rompa la polarización . Si las elecciones provinciales se desdoblan, cada round será leído en términos de la disputa final. En las presidenciales, es probable que no haya un ganador por knock out, sino un ganador por puntos donde será determinante
El peso simbólico de los insultos contra el presidente en las tribunas debe ser analizando en su contexto y en su masividad creciente. No debemos olvidar que la figura de Mauricio Macri irrumpe en la vida política por su desempeño en Boca. La popularidad de Macri se sustenta esencialmente en la popularidad del fútbol y que la avalancha de insultos caiga de las tribunas no es menor. En ocasiones, los especialistas analizan que el fútbol se volvió violento porque el ciudadano descarga sus problemas en la cancha. Hoy podríamos decir que la tribuna se convirtió en el lugar para derrotar el espiral de silencio y expresar el descontento ante la ausencia de voces en un sistema de medios monocorde. El gobierno y parte del periodismo sostienen que la bronca se limita al favoritismo por Boca Juniors desde el poder del fútbol. En realidad, prefieren gambetear la idea de que es un fenómeno político importante, se está poniendo de moda insultar en masa al presidente. Desconocerlo es